La piel como barrera protectora
La piel es el órgano más extenso y uno de los más importantes del cuerpo. Por esto, cuidarla debe ser parte de la rutina diaria de todas las personas. En un artículo anterior (qué es la piel y por qué debes cuidarla) mencionamos todo lo que se refiere al conocimiento básico y acciones esenciales para mantenerla saludable. Sin embargo, hay una gran cantidad de detalles de la piel que aún quedan por conversar ya que es bastante compleja. Uno de ellos es la capa protectora de la piel, o la barrera cutánea.
Como sabemos, la piel cumple innumerables funciones de protección para el cuerpo, de las cuales la mayoría se desarrolla en el estrato córneo. Este, junto a la epidermis, conforma la capa superficial de la piel, la cual realmente es la que recibe todas las agresiones del medio ambiente. El estrato córneo es una estructura bastante especializada. Entre sus cualidades, la que más resalta es ser impermeable a pesar de tener pequeños canales que permiten su hidratación y flexibilidad. La estructura del estrato córneo es descrita como una pared de ladrillos, compuesta principalmente por proteínas y lípidos intercelulares. Entre sus funciones está minimizar la pérdida de agua. Al mismo tiempo, evita que agentes nocivos como microorganismos, agentes químicos y alérgenos penetren en nuestro cuerpo.
La salud de esta barrera cutánea puede depender de muchas cosas. Por ejemplo, el envejecimiento, la raza, el estrés, el cuidado que le brinde cada persona, la nutrición, etc. Incluso puede depender de otras diferentes patologías que pueden desencadenar reacciones y procesos inflamatorios en la piel. Otro tipo de complicaciones metabólicas pueden causar una sobreproducción de grasa, piel extremadamente seca, descamación excesiva o engrosamiento de la piel.
El principal indicio de que la barrera cutánea se está debilitando es la deshidratación. Esta se presenta con tirantez, arrugas, líneas finas que aparecen en la piel y un aspecto opaco y sin vida. Para cuidar esta barrera cutánea, es importante hidratar la piel. Esta hidratación va a permitir la descamación de las capas más superficiales de la piel (es decir, la remoción de células muertas). Como se mencionó antes, la barrera cutánea está constituida principalmente por lípidos intercelulares, los cuales son ceramidas, colesterol y ácidos grasos. Utilizar productos de cuidado de la piel que contengan estos ingredientes puede ayudar a mantenerla hidratada y saludable. Algunos compuestos como la glicerina o la niacinamida pueden ayudar a aumentar la síntesis de ceramidas.
Para protegerla, es importante tener presente todas las cosas que pueden llegar a debilitarla. Por ejemplo, limpiadores muy alcalinos, medicamentos fuertes para el acné, consumo de alcohol, cambios en la alimentación, cambios hormonales, estrés y lavado o exfoliación excesiva. En general, cualquier acción que pueda causar irritaciones o reacciones alérgicas, como exposición excesiva al sol, dañará tu piel.
Sin embargo, los daños causados a la barrera cutánea pueden ser reversibles si se empieza a ser consciente de ello y a querer mejorarla. El uso constante de productos adecuados, una buena alimentación y visitas al dermatólogo pueden ayudar a recuperarla completamente. De esta manera, podremos permitirle cumplir su función: protegernos de agentes externos que nos puedan hacer daño.
La piel juega un papel importante en nuestro aspecto físico, pero no se hace tanto énfasis en cuidarla sólo por estética, sino que va mucho más allá. Cuidar de la piel mantiene a las personas saludables ya que le permite cumplir todas estas funciones que son básicas y esenciales para nosotros.
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